20 de octubre de 2011

Con ese aire absurdo que tienen algunas cosas

estoy perdiendo el tiempo frente a un teclado de computadora

19 de octubre de 2011

Qué me contursi

Digo: "si yo -hago énfasis en el 'yo'- estoy perdida, cómo estarán los simples de corazón...".
 Me refiero a las letras y a las Letras. Me refiero a mí, al sujeto de la enunciación.
Después, claro, me voy dando cuenta de que en el fondo yo también soy común, que eso que pienso que tengo yo y que es súper importante (onda, aguantá, puse "súper" con acento, vos sabés que eso lo hago sólo yo), en realidad es algo que me servía para hacerme o conventirme en copada o entretenida hace cinco años. Sigue garpando, sí, no te lo voy a negar, pero ya fue. Madurá.
Y sí, qué sé yo... Después de todo los paisajes que aún retengo en mi pupila (epa, ¿vos viste ese sintagma?) no me hacen mejor que nadie. (Igual fue un sintagma re Darío, Rubén) Mi madre siempre lo dice. Ambas sabemos que soy mejor por otras cosas. O no. Qué sé yo.
Tal vez no soy mejor en un montón de niveles: ahora soy una chica común que debe un montón de finales; y, sí, soy gorda; y, sí, tengo pocos amigos ("tengo"); y, sí, me enojo fácilmente. Pero, y como esto es un texto propogandístico (el "vote por mí" al estilo Diamente te lo debo), un día me dije: "Ariadna, es hora de que seas feliz" y puse el despertador a las 3 de la mañana, acomodé un par de cosas en mi vida -no muchas y no por eso poco importantes-, agarré el teléfono y lo llamé. A Bruno, se entiende.