13 de octubre de 2006

Idilio

La desnudó con tranquilidad, lentamente, besándole cada rincón recién descubierto. Le pasó las manos por los muslos; y ella, sin querer moverse. La ayudó a darse vuelta y le rasguñó suavemente la espalda, siguiendo el sendero marcado por la columna vertebral; y ella, llorando en silencio. Le acarició el pelo y le besó las orejas; y ella, con la frase en la punta de la lengua y los ojos cerrados. Él, quiero pasar el resto de mi vida con vos; y ella, estoy embarazada. Él, pero sin hijos.