13 de octubre de 2006

Idilio

La desnudó con tranquilidad, lentamente, besándole cada rincón recién descubierto. Le pasó las manos por los muslos; y ella, sin querer moverse. La ayudó a darse vuelta y le rasguñó suavemente la espalda, siguiendo el sendero marcado por la columna vertebral; y ella, llorando en silencio. Le acarició el pelo y le besó las orejas; y ella, con la frase en la punta de la lengua y los ojos cerrados. Él, quiero pasar el resto de mi vida con vos; y ella, estoy embarazada. Él, pero sin hijos.

3 comentarios:

Sebastián dijo...

Bello, impresionante, al filo. Y ese uso de la cursiva. Gracias por esto.

Elledwards dijo...

escribis muy bien... si tenes ganas, pasate por mi blog, yo también escribo sin saber si alguien va a leerme o no. Besos. Leticia

Elledwards dijo...

No piden limosnas, no...Ni venden alfombras de lana,tampoco elefantes de ébano. Son pobres que no tienen nada de nada. No entendí muy bien sin nada que vender o nada que perder, pero por lo que parece tiene usted alguna cosa que les pertenece...