La desnudó con tranquilidad, lentamente, besándole cada rincón recién
descubierto. Le pasó las manos por los muslos; y ella, sin querer moverse. La
ayudó a darse vuelta y le rasguñó
suavemente la espalda, siguiendo el sendero marcado por la columna vertebral; y ella, llorando en silencio. Le acarició el pelo y le besó las orejas; y ella, con la frase en la punta de la lengua y los ojos cerrados. Él,
quiero pasar el resto de mi vida con vos; y ella,
estoy embarazada. Él,
pero sin hijos.
3 comentarios:
Bello, impresionante, al filo. Y ese uso de la cursiva. Gracias por esto.
escribis muy bien... si tenes ganas, pasate por mi blog, yo también escribo sin saber si alguien va a leerme o no. Besos. Leticia
No piden limosnas, no...Ni venden alfombras de lana,tampoco elefantes de ébano. Son pobres que no tienen nada de nada. No entendí muy bien sin nada que vender o nada que perder, pero por lo que parece tiene usted alguna cosa que les pertenece...
Publicar un comentario